La actualidad enmarca una serie de polémicas acerca de la Proclamación de Felipe VI como rey de España, unos a favor de la monarquía, y otros en contra de su existencia. Pues, bien, desde tiempos remotos la concepción de monarquía se llevó como algo estrictamente exclusivo a sociedades de gran poder «élites sociales», algo que no convence a ideologías republicanas. El poder es poder, por lo tanto los «plebeyos» son y serán una herramienta legítima para deslegitimar a los movimientos republicanos. En tanto esa plebe siga las órdenes de un jefe de estado y el rey.
Por otra parte, España, tuvo cambios radicales desde 1975, salir de una dictadura cruel y sanguinaria donde creyentes y no creyentes jugaron a la vida y la muerte. En ese entonces, para muchos la muerte era inalcanzable y con un valor incalculable. En cambio la vida se convirtió en el sufrimiento más terrible en la tierra, un minuto con vida fue una eternidad de dolor.
Ahora, cada quién es libre de analizar y criticar los errores y virtudes de una Monarquía parlamentaria, pero un país no depende únicamente de políticos o monarcas y más aún si hablamos de estados democráticos, es el pueblo quién elije a sus representantes, por lo cual, somos nosotros los responsables de cosechar tempestades.
¿Monarcas, demócratas o dictadores? Todo apunta a un replanteamiento estricto del concepto social-político: distribución de la riqueza para salir de la pobreza. Y un último factor, de igual relevancia, educar al pueblo para salir de la indigencia intelectual.