Los libros de las Bibliotecas Nacionales en todo el mundo, sufrieron todo tipo de ataques para ocultar su esencia. Los crédulos amantes de la vida superflua y vacía, no querían que las futuras civilizaciones se dieran cuenta del trabajo intelectual de algunos pobres pero humildes hombres del saber. Las tragedias religiosas que habían enfrentado al mundo, por el liderato de una clase social, donde la herejía fue el tema fundamental. Muchos confundieron la idolatría y la iconodulia, esta última en la época del Imperio Bizantino. A raíz de una historia marcada de sufrimiento y trabajo de muchos hombres y mujeres entregados a la razón, los pueblos fueron creciendo con grandes perspectivas y desarrollo, pero por sobre todo, la intelectualidad filosófica.
La perseverancia inocua de una sociedad conduce al desarrollo de las clases sociales; levanta las murallas caídas, elaboramos tratados de paz e intentamos sumergir al hombre en algún precepto de solidaridad y respeto. Así pues, la ignorancia debería ser eliminada del lenguaje como excusa o instrumento para destruir pueblos o personas.
Es necesario que la sociedad rechace la ignorancia y el odio, incluya en la sociedad a un ser humano sediento en adquirir conocimientos. Escribir libros que insten a la evolución mental del individuo, y no paralizarnos en la sucia calle de la ignorancia.
Ignorar no significa retroceder a los ataques del sujeto que solo desea vivir en la ignorancia y la mediocridad, sino vencer los límites del no saber.