La caja de recuerdos

Las noches posiblemente no son noches, nuestro amor posiblemente no es amor, y cada parte de ti posiblemente es también parte de mí.

Solo desear en desearte es mi pequeño calvario en medio de tantas religiones que intentaron salvar mi insulsa y sentimental vida de amante. Los besos posiblemente fueron imaginaciones que se formaron en mi curiosa cabeza que tuvo conexión con el dichoso corazón, y sin embargo ese dichoso siempre palpita por los recuerdos que dejaste en esa pequeña antesala de nuestro romance; solo minutos me quedaron guardados en mi peculiar caja de recuerdos.

Y así surgió mi silencio, mi bendito y sufrido silencio, sin palabras, sin gestos, solo recuerdos que circulaban por el parque de emociones.

El hecho que preferí buscar los  buenos sentimientos no significa que no conozca los malos sentimientos, y en algún momento me tuviste como un gato encerrado en la casita de algodón con una bolita de lana, pensaste que callar era ser un tonto en silencio y no dar rienda  a la sensibilidad del amador que quiere ser amado.
Y prefiero callar para encontrar el silencio en aquella esquina sensible y sin malicia…en esas paredes donde no veía tu nombre y tu romance culpable de mis silencios.

¿Qué fuiste en mi vida?

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